miércoles, octubre 25, 2006

Es una lástima que yo no sea el depositario de tus abrazos ni la razón de tus sueños technicolor. Cuando se escriba nuestra historia, habrá un momento en el que el autor tendrá que detenerse a pensar un poco sobre las implicaciones que esto podría tener. Quizás al final decida que no vale la pena y empezará a contar tu vida y la sonrisa que tienes cuando terminas de hacer el amor. Como tantos, querrá jugar contigo el juego de las letras en tu piel. No podrá. Ese es mi privilegio.

Acaba de empezar a sonar tu cantante adentro de mis oídos. Me pregunta si he sentido el corazón roto y le respondo que si, a veces, muy constantemente. Y me vuelvo loco y descubro que todo lo que canta también es mi historia. Las notas de su piano son las voces de mi derrota.

Yo te escribo desde la solemnidad de mi ignorancia, a dentelladas le arranco letras al abecedario, las ordeno y te las doy como una ofrenda humilde pero cómplice. Quiero tu sonrisa, ¿qué no ves? Una mirada, un secreto, la caricia austera de los que se aman en silencio.

Pero no miras nada. Prefieres las letras de otro que canta en argentino.

sábado, octubre 21, 2006

Si me sacaron el corazón
pero olvidaron rellenar el hueco con borra
y las puntadas rojas
para cerrarlo.

martes, octubre 17, 2006

En las noches
descubro
que entre todo lo que tengo
me sobran cosas:
un pedazo de cama,
un montón de horas,
miles de pasos,
cientos de fotos,
una mano
(la que te abraza
cuando estás a mi lado)
y mis ganas
de escribirte
en la piel.

Todas las horas
se resumieron
en 46 segundos.

domingo, octubre 15, 2006

Me he enterado sin querer (queriendo)
que un pretendido diseñador de sueños
anda buscando tu sonrisa
en las carreteras que suele acostumbrar.
Va tan ensimismado
que suele perder el rumbo
y el tiempo
para llegar a su verdadero destino.

También me enteré de alguien
(otro más)
que te deseaba buena salud,
esperando que no te contagiara
de mi crónica enfermedad.

Bien por ellos, que sigan así,
ya me encargaré yo de cuidarte,
si,
de cuidarte a tí
a tu salud
y a tu sonrisa.

De noche
haces falta
en este rincón tan lejano.
Tu voz
se quedó dormida.
Despierta despierta,
¿qué no ves
que apenas son
las tres y media?
Cuéntame tus sueños,
platícame una sonrisa.
Que tu voz
sea remedio,
alivio y alimento.
Ven,
anda,
no te tardes.

El agua que corre,
el silencio,
la luna
iluminando la ciudad.
Tu y yo
sentados,
dejando pasar el tiempo.
Un beso,
en silencio tambien,
vuela
por el aire que huele a noche.
Huele bien.
Lo guardo en la cartera,
lo dejo descansar.
Duerme,
yo te llevo lejos.
Cuando te vayas
sacaré tu beso de la cartera,
lo tendré a mi lado
en lo que espero
sentado en el mismo lugar
donde el agua corre
y hace ruido,
música,
como de tango.

Ay San Pío V,
si tan sólo fuera una persona normal.
¿Por qué no puedo dormir
en las horas convenidas para hacerlo?
¿Por qué la luz del día
me resulta tan ajena?

Te voy a rezar un rosario,
santo papa, San Pío V,
escucha mi plegaria
alejada del latín.
No me desampares ni de noche
ni de día
y todo lo demás que tu sabes hacer.
No te pido el cielo
ni un absurdo para comer.
Guárdate mi salvación,
San Pío V,
siempre habrá alguien más agradable
y menos corrompido que yo
para revendérsela.

viernes, octubre 13, 2006

Yo aunque prefiera los rabos de nube estoy condenado a perseguir el hilo negro de la existencia misma. Alguna fuerza superior determinó que a mi se me deben negar los gustos, los placeres, el amor...vamos, la existencia misma. Me cruzo de brazos y espero un milagro. ¿Y qué creen? No llega. Pasa y se va de largo como las llamadas telefónicas que nadie contesta. Riiiiing riiiiing riiiiing y ya.

Me duele un chingo el mundo
y todo por necio.

El cielo hoy
se pasó de nublado conmigo.

¡Que llueva, que llueva!
Ya me quiero ir a mi casa.

jueves, octubre 12, 2006

Me veo al espejo y descubro
que no soy ni la mitad de lo que fui.
Se diluyo el hombre al que amabas.

No contestas el teléfono,
temo,
pero finalmente trato de comprender
y concluyo que está bien.

Suerte que tu te ríes y no te enfadas.

domingo, octubre 01, 2006

La boca
me sabe a muerte.
No puedo digerir mi nostalgia.
Me borro
entre detellos de guinda y azul marino.
Suenan los sollozos,
son mis cosas
que me extrañarán.

El silencio se rompe
por la lluvia
que golpea
el techo,
la almohada
y mis sentidos.
Truena el cielo
y aprieto mis ojos para no ver los destellos.
Tengo miedo.
Ven,
sálvame.

Noche de lluvia.
La casa
se oscureció desde temprano.
Opté por no prender las luces
y andar descalzo por las esquinas.
Hace frío
(qué novedad),
cierro las puertas bien,
no se vaya a escurrir por ahí
los últimos restos
de mi conciencia revolucionaria.

Perdí las llaves.

Tuve que guardarme la conciencia
para poder ser parte de las formas instituidas,
la poesía de academia
y el Club de Leones.
Me pidieron un curriculum lleno de homenajes.
No lo tengo.
¿Dónde compro prestigio?

Ven,
asómate.
Tengo algo en mi pecho,
es para ti,
tú lo sabes.
Mi corazón
grita tu nombre
en clave morse.
Tun
turun
tun tun.
¿Lo escuchas?
Acércate más,
recarga tu oreja en mi pecho,
no importa
que te anides
y no te vayas.
Me gustas así.